1. Las primeras referencias al trabajo que hará después son...
- Sacadas de las películas que solía ver mientras hacia sus proyectos del instituto.
2. En la universidad, ¿Qué hace relacionado con el tema?
- Hace un stop motion de ella siendo una muñeca y le cambian la ropa.
3. ¿Le gusta reconocerse en "ellas"?
- No, le gusta que el personaje sea completamente ajeno a ella.
4. Los payasos, ¿Qué dice sobre ellos?
- Que dan mal rollo, que no sabe el motivo por el que se han hecho payasos y porque sonríen de esa forma.
5. La serie de retratos de clase alta. ¿Cómo son esas mujeres?
- Seguras de ellas mismas, ególatras, poderosas.
6. Digital. ¿le resulta más fácil o difícil? ¿Por qué? ¿Cómo crea los fondos?
- Fácil, porque le es mas rápido ver todas las fotos que a sacado de una serie. Los fondos los crea con la ayuda de un croma verde.
7. ¿Por qué no pone titulo a sus fotos?
- Porque no cree que eso sea lo mas importante.
8. ¿Por qué hace personajes históricos?
- Ya que quería reflejar las largas horas o incluso días que tenían que estar los modelos para que los pintasen.
9. En los 80s y 90s no sale en sus fotos. ¿Cómo vivió esa serie?
- Dura, ya que tenia que usas maniquíes. Eso no le daba las múltiples fotos que podía darle una tanda de solo un personaje.
10. Cuando dice "ME USO A MI MISMA" que quiere decir?
- Que ella es la modelo, es la herramienta principal que da vida al personaje.
11. Dice que en un momento dado hace fotos MUY GRANDES. ¿Por qué se plantea estas fotos tan grandes?
- Porque los hombres que se suelen hacer un retrato (aunque no sean muy reconocidos) los suelen poner enormes, en cambio las mujeres no suelen tener este tamaño, así que desde hace mucho ella quería probar y hacer una serie con ese tamaño de fotos.
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Cindy Sherman nació el 19 de enero de 1954 en Nueva Jersey. Es fotografía y directora de cine estadounidense.
Tras terminar secundaria entro en la Universidad de Buffalo para estudiar artes visuales. Al principio, Sherman trabajaba la pintura hasta que un día, se dio cuenta de que no era suficiente, con la pintura no podía transmitir todo lo que quería y que sólo podía usar la cámara y desarrollar sus ideas con ella". Ella junto a Robert Longo y Charles Clough formaron Hallwalls, un espacio de artistas independientes donde ella y otros artistas exponían.
En 1976, después de su graduación, decidió mudarse a Nueva York para embarcarse en su carrera artística. Fue entonces cuando comenzó a tomar fotografías de sí misma. Estas fotografías, son conocidas como Complete Untitled Film Stills (1977-1980), en las que aparecen situaciones con un vestuario que dotaba alas fotografías de apariencia cinematográfica, usando estética del Cine negro.
Sherman usa dos
herramientas para su arte: la fotografía y a sí misma.
Sus imágenes no
son para nada autorretratos… Son arquetipos, clichés, imágenes ambiguas y
espejismos típicamente post-modernos. Muy pronto descubre que todo lo que tiene
que contar lo puede hacer sacándose fotos de sí misma, no como un autorretrato,
sino representado papeles de todo tipo, creando personajes, fabricando
identidades.
También fue importante para el movimiento artístico feminista al darle protagonismo
al cuerpo y la psique femenina, o al criticar la femineidad patriarcal, o al
mostrar la redirección imaginaria de la mujer en una sociedad gobernada por
hombres. o al mostrarla forzada a interpretar su género.
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Dulces sueños angelito:
La ciudad se encontraba tranquila y desolada cuando Cinthia despertó. Esto no era extraño de presenciar pues se despertaba a las 7:00 de la mañana, cuando las calles todavía se hallaban abandonadas.
Como cualquier otro día, se puso su uniforme y dirigió a la famosa cafetería "Full Moon", bien conocida por su apuesto camarero, quien ya tenia su capuchino preparado. Después de pagarlo, le agradeció con una sonrisa y marchó a trabajar.
Llego a su puesto de trabajo en la Biblioteca Municipal de Nueva York, comenzó a saludar a todos sus compañeros de trabajo con los cuales se llevaba genial, razón de más por la que amaba su trabajo.
Ese día no se encontraba mucha gente en la Biblioteca, aún así disfrutaba observar a los pocos que venían a leer o estudiar, pues le provocaba un extraño sentimiento de calma. Un claro ejemplo de ello era un amable señor que solía frecuentar la Biblioteca ocupando siempre las sillas del fondo, probablemente para alejarse del ruido que se pudiera presenciar, aunque la sala siempre solía estar casi en silencio. Sus movimientos siempre eran los mismos, entraba sigilosamente, se sentaba y se ponía a revisar la montaña de documentos que probablemente utilizaba como referencia para el articulo en el que estuviera trabajando, pues es uno de los escritores mas reconocidos del New York Times.
Aprovechando la ausencia de gente, se levanto de su puesto y comenzó a ordenar la pila de libros situada en uno de los extremos del mostrador que pertenecían a la sección de turismo, concretamente Japón. Dispuesta a colocar el ultimo libro después de haber estado varios minutos trabajando en ello, una voz desconocida se dirigió a ella con un tono un tanto ronco, se giro sorprendida.
Encontrándose con una fiera mirada que le recordaba a un solitario lince, el joven tras esa mirada parecía de la nobleza.
-Disculpe, ¿Puede moverse un poco? Quiero coger ese libro.-Dijo mientras señalaba uno de los libros que se encontraba frente a ella.
Se movió torpemente, permitiéndole a aquel muchacho alcanzar el libro que anhelaba. Lo siguió con la mirada mientras este se alejaba lentamente, camino a la que parecía ser la silla Nº376. Tras sentarse, abrió la obra recién escogida y se puso a ojearla. Pasados uno segundos, la cerró y se puso a teclear algo en el ordenador que trajo consigo. No podía dejar de mirarlo, su rostro iluminado por los pequeños rayos del sol que se proyectaban tras la ventana hacían resaltar la belleza de aquel joven, creando un aura que resultaba hipnotizante, dándole un aspecto angelical.
Algo le hace apartar la mirada de su rostro; un pequeño niño que no parecía tener más de 12 años se dirigía hacia el apuesto rubio con una mirada un tanto agresiva. Ambos comenzaron a hablar, pero a causa de la lejanía ella no conseguía escuchar nada.
Al poco tiempo, el pequeño recién llegado cogió al que parecía ser su amigo del brazo y lo condujo al exterior negándole la oportunidad de recoger las cosas que había dejado sobre la mesa.
Cinthia, al darse cuenta de esto, comenzó a moverse hacia ellos, pues dejar un ordenador abandonado en un sitio tan frecuentado no se podría considerar la mejor decisión a tomar.
A punto de alcanzar el mango de la puerta principal notó cómo alguien la empujaba bruscamente, alcanzándolo primero y saliendo de forma apresurada, sin darle la oportunidad siquiera de fijarse en su rostro ya que estaba encapuchado.
Sonó un pesado suspiro, pues no soportaba que la gente se comportara tan desconsideradamente. Dándose cuenta de que ya era demasiado tarde para alcanzar a los dos jóvenes, decidió recoger las pertenencias por cuenta propia que se habían dejado y guardarlas hasta que éste regresara a recogerlas.
Miró la hora en el reloj que se encontraba colgando tras el mostrador, percatándose de que ya había comenzado su turno de descanso. Formando una sonría, se apresuró a la cafetería que pertenecía a la Biblioteca , donde pasaba todos sus descansos ya que amaba los sándwiches que allí preparaban.
De pronto, se hizo presente un estruendoso ruido proveniente de la calle, el cuál duró menos de un segundo pero provocó que toda la gente de la sala exaltara. Aún así, nadie le dio demasiada importancia y siguieron con lo que se encontraban haciendo anteriormente.
Una vez termino el almuerzo, salió de la cafetería para ocupar de nuevo su puesto pero antes de llegar a sentarse se sorprendió al ver que el muchacho de hebras doradas se encontraba de nuevo en la sala, ocupando el mismo lugar en el que se encontraba antes de marcharse con el otro muchacho.
Rápidamente cogió las pertenencias del chico que había guardado en uno de los cajones del mostrador en el que se encontraba y se dirigió hacia él para entregárselas, Cuando se postró tras él, no pudo ocultar la cara de sorpresa que se le formó al percatarse de que este se encontraba recostado con sus ojos cerrados.
-Perdone señor, no puede dormir en la Biblioteca. Si ni despierta tendré que- No pudo terminar la frase pues al fijarse mejor en su rostro vio como este contenía una sonrisa. Sosegada por su rostro, decidió dejarlo dormir y se dirigió hacia el un grupo de estudiantes que le habían llamado recientemente para que les ayudara a encontrar un libro.- Debe estar teniendo un dulce sueño.- Añadió sonriente antes de alejarse.
Lo que ella no sabia era que en realidad aquel muchacho no estaba durmiendo y que el fuerte sonido escuchado tiempo atrás no fue algo banal. Si uno se fijaba cuidadosamente, podía avistar con claridad las pequeñas gotas carmesí que desprendía aquella figura tan comparable a la de un ángel.